Especialidades / Embarazo

El parto

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La bienvenida a la nueva persona

El parto es una situación fisiológica normal que usualmente no tiene por qué requerir de grandes intervenciones. Por eso procuramos crear un ambiente de intimidad y tranquilidad en el que os sintáis acogidos, confiados, seguros, respetados, escuchados e informados, en la medida en que lo permite el ámbito hospitalario.

Lógicamente, también tenemos en cuenta que pueden surgir situaciones de riesgo para la salud de la madre y del bebé, que pueden requerir una mayor intervención por nuestra parte. Por ello ponemos a vuestra disposición todos nuestros conocimientos y humanidad tanto en la atención al parto como en el recibimiento del recién nacido.

¿Qué debo llevar al hospital?

Nosotros te daremos el camisón para el momento del parto, así como las toallas, compresas, etc. En tu maleta deberás meter camisones (por si deseas utilizar los tuyos después del parto), el neceser, las zapatillas, sujetadores de lactancia, bragas de papel, ropa para ti y para el bebé para el día del alta, la documentación sanitaria, música…

¿Cómo sabré si estoy de parto?

Bebe

Durante el embarazo el bebé ha 'vivido' en el útero en el interior de una bolsa y flotando en un líquido.

Durante este tiempo el útero, concretamente el cuello del útero, ha permanecido cerrado para permitirle desarrollarse y crecer lo suficiente como para que sea capaz de adaptarse a la vida exterior.

En torno a la 40ª semana se desencadena el parto. El cerebro libera la hormona oxitocina, que llega al útero a través de la sangre. El útero es un potente músculo, y se contrae para que su cuello se abra lo suficiente para que el bebé pueda salir. Por eso, comenzarás a notar las contracciones.

Debes acudir a la clínica cuando las contracciones lleven siendo regulares (una cada tres o cinco minutos) durante por lo menos dos horas. También notarás que cada vez irán siendo más molestas.

A veces el parto se desencadena con la rotura de la bolsa que contiene al bebé. Notarás que sale un líquido caliente y claro a través de la vagina. Independientemente de que se acompañe o no de contracciones, deberás a acudir a la clínica también si ocurre esto.

Si el color del líquido es marrón verdoso, debes ir rápidamente, ya que esto indica que el bebé ha defecado dentro del útero, lo que nos obliga a un control más riguroso.

Sin embargo, la expulsión del tapón mucoso, que cierra el útero durante el embarazo, no es por sí mismo indicativo de inicio del parto, por lo que no deberás acudir a la clínica por este motivo.

La llegada al hospital

Una vez en el hospital, el profesional que os recibe evalúa si ya ha llegado el momento del ingreso. Para ello, tendrá en cuenta los síntomas que nos cuentas y el historial del embarazo, y además te hará un tacto vaginal para conocer la dilatación del cuello del útero y una monitorización externa para evaluar el estado del bebé y la frecuencia e intensidad de las contracciones.

Una vez reunida toda la información sabrá si ha llegado el momento del parto y en qué fase te encuentras, en función de lo cual te quedarás en la unidad de partos o se te trasladará a tu habitación.

Las etapas del parto

Una vez iniciadas las contracciones uterinas regulares se pueden distinguir tres fases del parto. La fase de dilatación, en la que el cuerpo se prepara para permitir la salida; el expulsivo, cuando el bebé sale del útero; y el alumbramiento, en el que se expulsa la placenta y el resto de residuos.

La duración de cada una varía en cada mujer de acuerdo a características personales y obstétricas: el número de partos previos, la intensidad de las contracciones…

La fase de dilatación

Consiste básicamente en la apertura del cuello del útero y en el descenso del bebé por el canal del parto por acción de las contracciones.

Te cogeremos una vía venosa y te colocaremos un monitor externo, continuo o intermitente, para observar el bienestar del bebé y las características de las contracciones.

Para valorar el progreso del parto te haremos tactos vaginales que nos informan acerca de la apertura del cuello del útero y del descenso de la cabeza por el canal del parto.

Vas a poder estar acompañada siempre por tu pareja o por cualquier otra persona con la que te sientas segura y confiada. El apoyo físico y emocional que ofrecen es muy importante.

Si optas por una anestesia, la epidural es la recomendada para el parto, ya que es inocua para el bebé y segura para la madre, aunque como en cualquier técnica pueden surgir complicaciones, siendo las más frecuentes las reacciones alérgicas y la punción intradural.

Respecto a la primera, si la anestesia del dentista no te da problemas, la epidural tampoco te los va a dar, y en relación a la segunda, podría provocarte dolor de cabeza tras el parto, que cederá en unos días con tratamiento adecuado.

Hasta que decidas ponerte la anestesia, o si optas por un parto sin ella, hay muchas opciones que pueden hacerte más tolerables las contracciones, como una ducha de agua templada, adoptar determinadas posturas, la respiración, la relajación, la música, un masaje,...

Cuando la mujer se siente segura y confiada en un ambiente de tranquilidad el proceso del parto se favorece.

Las fases de expulsivo y de alumbramiento

El expulsivo llega cuando ya se ha abierto el cuello del útero completamente y el bebé ha descendido lo suficiente por el canal del parto. ¡Es la hora de empujar!

Si se ha optado por un parto sin anestesia se siente una necesidad muy intensa de empujar. Si has preferido la anestesia, esta necesidad puede estar presente, aún y todo, aunque no será tan intensa.

Una vez que sale la cabeza, el resto del cuerpo la sigue con facilidad. Te pondrán al bebé sobre el abdomen y mientras le escuchas llorar observarás que no tiene un color rosado, sino más bien amoratado. Es lo normal, no hay motivo para asustarse.

Trataremos de que te encuentres lo más cómoda posible y crearemos un ambiente respetuoso para acoger al bebé. El pediatra estará presente para hacerle la primera exploración (test de Apgar). Tras su salida se corta el cordón umbilical y se espera la salida de la placenta, que ocurrirá unos minutos después.

¿Qué ayudas tengo para el parto si surge la necesidad?

Aunque tanto el cuerpo de la mujer como el del bebé están perfectamente preparados para el proceso del parto, en ocasiones pueden surgir situaciones frente a las que el equipo médico debe actuar.

A veces no es posible esperar a que el parto se inicie de manera espontánea y es necesario provocarlo administrando oxitocina por vía venosa. Cuando el cuello está muy inmaduro se administra el día previo un gel de prostaglandinas.

Estas ocasiones son: embarazo prologando, rotura de membrana sin contracciones espontáneas, determinadas situaciones maternas como subida de la tensión arterial y ciertas situaciones del bebé como un retraso del crecimiento dentro del útero u otras.

Otras veces se debe intervenir en la finalización del parto, bien ayudando a acabar un parto vaginal o realizando una cesárea.

En el primer caso se pueden utilizar las espátulas, los fórceps y la ventosa. Las espátulas son dos palas independientes que permiten ampliar el canal del parto. Los fórceps son parecidos pero sus palas tienen dos agujeros para sujetar al bebé y ayudarle a descender. La ventosa lo hace a través de una suave aspiración.

En los partos instrumentales suele ser necesario realizar una episiotomía, que es una pequeña incisión en periné para evitar su desgarro. También se realiza cuando a pesar de no ser necesaria la ayuda de espátulas, fórceps o ventosa el periné es muy rígido y no permite distenderse para dejar pasar la cabeza del bebé sin romperse.

La cesárea puede ser programada en los casos de posiciones anormales del bebé o de la placenta o ser decidida durante el proceso del parto porque el cuello no se abre adecuadamente, o porque el bebé muestra un malestar severo.

Es una intervención segura que se realiza con anestesia epidural o raquídea, por lo que se puede ver al bebé nada más nacer.